Jamás en papel


Tengo muchas palabras, para unas cuantas cartas, en mente, pero lo cierto es que no escribiré ninguna. Tengo un par de destinatarios, también en mente...y es precisamente por quienes son, que esas cartas jamás serán puestas en papel.

Me han dicho que en esto de la ansiedad no se está solo, aunque sea la mente quien nos haga creer que sí, y desde el día que leí ese artículo me siento menos angustiada, el miedo a quedarme sola ha menguado ligeramente y en mi mente cada vez que el susurro de mis demonios comienza a nublarme la vista y cerrar la garganta, una puerta de cierra para dejarlos a ellos detrás, haciendo casi imposible escucharlos con claridad...aun los oigo pero no tan fuerte. Eso me deja respirar.

He sentido la necesidad de hacerle saber a algunas personas lo que estaba sucediendo. Bueno si soy honesta comenzó porque el buen Rafa me aconsejó contarle a aquellos que considerara que estarían dispuestos a acudir en ayuda sin importar qué tan ocupados estuvieran si un ataque se presentaba a una distancia prudencial de donde se encontrara cada uno...la lista es muy reducida. Tanto...que en realidad me tomó semanas poner nombres en esa hoja que ponía en frente a mí en la mesa cada visita. La cosa es que una de ellas ha comenzado a tratarme como si tuviera miedo a que me rompa en cualquier segundo, lo cual no es agradable, la otra dejó de hablarme y la última, bueno...sigue normal. Lo cual agradezco más que a nada en el mundo. No hay modo de explicarlo sin que suene como una queja, cosa que no es, porque realmente el motivo de no querer poner nombres en esa hoja era precisamente que sabía cuales serían las reacciones pero por primera vez no lo hice solo por cumplir un paso o una petición de otra persona sino porque entendí que debía afrontar que no todos damos en medida que recibimos. No nos funciona igual. Y está bien. Siempre va a estar bien. Porque cada uno busca lo que conviene, lo que ayuda, lo que aporta y no lo que resta. Y yo, de momento, resto. 

Le he dicho a Rafa que, de hecho, no estaba sorprendida, cuando preguntó cómo me sentía con las reacciones. No mentí. Realmente lo esperaba. Y lo llevo bien, no me ha afectado como creí que pasaría. Pero supongo que se debe a que, aun con la seguridad de que acudirían si les llamara con urgencia, esas personas no significan tanto para mí. Por eso entiendo sus reacciones. Porque si ellas me hablaran, yo también iría o haría algo para ayudar, pero mi corazón no estaría completamente inmerso en la necesidad y comprensión de su situación, sino en la acción de ayudar a alguien que conozco. Rafa dijo que el ejercicio había resultado bien, pues al contarle me veía tranquila, y ciertamente lo estaba, una cosa muy bonita. Eso fue antes que él decidiera que su lugar ya no estaba aquí y que debía irse a otro lugar por sí mismo a, y cito: "Encontrar a Rafa de la juventud para que ayuda a Rafa en la decrepitud", aunque realmente no está decrépito pero grandesito ya está, le dije y nos reímos de verdad. Voy a extrañar esa hora que hacía un día a la semana las veces de botón para pausar nuestras vidas entre pláticas, café o un cigarro extraoficial, aunque el tiempo en el reloj dijera lo contrario. Con el buen don Rafa las cosas nunca fueron enteramente profesionales, era como hablar con un amigo mayor al que no tenía por qué caerle bien o decir algo para no preocuparlo, pues él sabía el motivo de cada visita. Hizo que retomara mis diarios, si es que se le puede llamar así a escribir cada que alguna palabra, de hecho, me sale, y leyó una historia que tenía a medias desde hace años, aquella que abandoné cuando mi abuelita decidió que dormir para siempre sería mejor que continuar aquí, así que ya no escribí más, porque estaba basada en ese lugar que alguna vez ambas tomamos como el favorito de todo el pueblo. Aun es mi favorito, claro, solo que la historia de Alexza y Sebastián ya no fluyó...así que Rafa lo leyó cuando le dije que pensaba eliminar el documento, dijo que lo terminara, que tratara. Pero llevaba tres años en borrador y realmente la cosa no avanzaría así que le dije adiós a ese par y se sintió bien, porque las cosas inconclusas eran algo que no me gustaban pero que se volvió mi costumbre estos últimos tiempos. No siempre será así. No siempre seré así. Eso lo tengo claro, tal vez es solo éste año, o estos 7 meses que ya pasaron, han sido, por mucho, los más duros. Las etapas que pasé no las reconocí hasta que las cosas comenzaron a ir cuesta abajo, infinidad de palabras con algunas personas que consideraba de confianza y otras que, sin saberlo, estaban detrás sosteniéndome sin que yo si quiera les prestara atención. Creía que tenía apegos y me repitieron hasta el cansancio que eran malos dichos apegos, pero las últimas semanas he aclarado un poco el panorama y ya no me siento así con nada en especial, encuentros y pérdidas han dejado marca pero ninguna tan profunda como para ocuparme de ellos. Lo que en realidad me viene muy bien porque he podido escuchar y entender un poco mejor lo que veo en el espejo.

Me he deshecho de un par de listas que tenía también. Más que ayudar me taladraban la cabeza. Me miraban, con letra propia, en un modo acusador. Susurraban palabras hirientes y solo una me hacía sonreír porque fue la única que sí cumplí, más por plazo que por dedicación, y ahí otra lección. Conmigo, al parecer, las cosas solo suceden bajo presión. Con cargas encima me muevo. Cuando me siento liviana me tiro al piso en lugar de buscar algo qué hacer. ¿Qué tan sano es escribir estas cosas en un lugar tan público como Internet? No tanto. Supongo. Y aun así lo hago porque no espero que alguien lo lea. Aunque sé que lo hacen, sobre todo aquí. En el blog que he pensado dejar tantas veces pero al que siempre vuelvo porque tiene tanto significado que me ancla al único puerto de seguridad que considero tener, y son precisamente las letras, si no las mías que no tienen coherencia pero sí mucha verdad, las de otros que me ayudan a flotar, a veces a dar brazadas y otras a sentir que hay tierra firme a cierta distancia...una que en cualquier momento voy a salvar para ponerme de pie allí, y mirar todo el camino que hice para llegar. 

Además, ¿quién sabe a quien se puede ayudar en el camino?
En las redes estoy. Si algo necesitan, ya saben donde encontrarme. Gracias por seguir. Gracias por decir algo o no decir nada. Todo ayuda. De verdad lo hace.